Tradurre
Translating

Senza traduttori ricadremmo nella barbarie. La traduzione è una delle ultime trincee
dell’altro aspetto dell’universalità. Senza traduttori saremmo tutti più lontani e più soli.

(Paco Ignacio Taibo II)

 

Tradurre nasce da trans ducere, trasportare oltre, al di là: il traduttore trasporta il testo al di là della barriera rappresentata da una lingua sconosciuta, rendendolo così accessibile a quanti non conoscono quell’idioma. La traduzione è quindi essenzialmente un atto di comunicazione che si articola in due momenti ben distinti: la decifrazione del messaggio, lì dove il traduttore è l’interprete per antonomasia, e la sua riformulazione secondo un nuovo codice, quello della lingua di arrivo, quando il traduttore passa dal ruolo di lettore a quello di scrittore. Decifrare la ricchezza di messaggi implicita in un testo, specie se letterario, non è compito facile. Il traduttore dovrà districare le sottili trame che uniscono il testo al contesto, cioè alla selva di testi a cui questo si affianca sia in senso sincronico che diacronico; dovrà seguire i mille fili, spesso invisibili, che legano l’opera alla situazione storica, sociale, geografica, culturale in senso lato che l’ha prodotta, e dovrà infine analizzarne i registri, cioé le varie lingue presenti in una lingua, come il linguaggio accademico o quello infantile, il gergo militaresco o quello burocratico. In altre parole, il traduttore dovrà comprendere e volgere nella propria lingua non un semplice testo, ma un’intera cultura, assumendo un ruolo di mediatore tanto più difficile quanto più grande è la distanza fra i due mondi. La sua lettura sarà inevitabilmente personale e quindi discutibile e parziale, ma non perché il traduttore sia, come recita l’adagio, un traditore. La drammatica antinomia fra universalità e soggettività impedisce anche al lettore madrelingua di apprezzare appieno il messaggio formulato dall’autore in una lingua plasmata dalle sue personalissime esperienze e quindi, in questo senso, straniera anche a chi parla lo stesso idioma. È evidente che in realtà qualsiasi atto di comunicazione implica una traduzione e che splendori e miserie di quest’arte riflettono semplicemente pregi e limiti del linguaggio. Se decifrare un testo, vincere almeno in parte la sua irriducibile alterità è una prova ardua, ricrearlo nella propria lingua lo è ancora di più, specie nel caso dell’opera letteraria. Le difficoltà offerte da un saggio di economia o da un trattato di matematica, grazie alla loro formulazione tecnica, saranno relative; la poesia col suo indissolubile intreccio di forma e senso presenterà naturalmente ostacoli assai maggiori. Il traduttore letterario dovrà allora coltivare una grande familiarità con l’autore sino a raggiungere una profonda consonanza che, sottraendolo all’insensato dilemma “Brutta fedele, bella infedele”, guiderà la sua penna verso l’irraggiungibile modello della traduzione ideale, quella che crea l’illusione di essere stata scritta direttamente dall’autore. Ogni traduzione porterà inevitabilmente traccia del suo traduttore, nello stesso modo in cui una melodia, pur restando sempre la stessa, cambia in modo radicale a seconda del musicista che la esegue. Ma l’autore, seppur ‘tradito’, sarà ricompensato: la sua opera, sinora lettera morta fuori dai suoi confini e dal suo tempo, acquisterà nuova vita raggiungendo altri mondi e altri lettori.

(Ilide Carmignani)

 

Foto di Avi Richards

 

Cuál es el papel que juega la traducción en una obra literaria?

La traducción y la obra literaria son dos cosas diferentes. Un escritor no escribe pensando en una posible traducción. Sin embargo, para la literatura la traducción tiene una importancia enorme, porque es lo que permite universalizar la obra de los escritores; en otras palabras, la traducción es como un gran puente que permite ampliar el camino de la obra del escritor.

Una novela traducida conserva la identidad del original?

No necesariamente, eso depende de la calidad de la traducción y de la profesionalidad del traductor o de la traductora. Pero creo que todas las buenas traducciones tienen la virtud de acercar la obra literaria extranjera a la particularidad del idioma al que es traducida. Ello supone una aproximación cultural y una aproximación semántica, y exige un gran dominio lingüístico para encontrar las equivalencias; así pues, no creo que exista una traducción literalmente fiel, porque una traducción literal no tiene sentido. Una traducción literal carece de valor. Pero lo que sí existe es la ‘traslación’ de algo escrito en un idioma a otro idioma con todos sus valores y todas sus equivalencias.

Considera que existe una lengua extranjera que, por recíproca afinidad, tenga mayor capacidad para captar y evocar los efectos rítmicos y sonoros y las características de su escritura?

Tengo la fortuna de poder leer algunas de mis traducciones a los idiomas que conozco y reviso las versiones francesas, alemanas, italianas, portuguesas e inglesas de mis obras. Naturalmente, el idioma que siento más vecino es el portugués, pero indudablemente en todos los casos hay un juego de equivalencias que siempre es interesante. Yo escribo en un idioma que cabría definir como latinoamericano, es decir que se nutre de palabras argentinas, uruguayas, ecuatorianas, colombianas… Y al traducirlo a cualquier otra lengua, ese vocabulario se reduce solamente al de un idioma.

Indudablemente se da una pérdida en ese proceso. Pero al mismo tiempo aprecio siempre por partes de los traductores un gran esfuerzo por mantener la frescura de la escritura, la frescura del uso del idioma.

Cómo se relaciona el profesionalismo del traductor con respecto a la figura del autor?

La figura del traductor es de primordial importancia. Sin el traductor, que suele ser de norma un personaje anónimo, sería imposible que conociéramos la literatura universal. Es sabido que la gente que lee en otros idiomas es una minoría. Me parece que el trabajo de los traductores está injustamente oculto, creo que es una profesión muy hermosa, pero al mismo tiempo muy

ingrata. No se reconoce la parte creativa del trabajo de la traducción. En muchos países ni siquiera se pagan los honorarios de la traducción, lo que es una injusticia desde cualquier punto de vista. Por todo ello, yo soy, pues, un gran defensor del traductor, del trabajo de la traducción, porque

conozco lo que significa traducir bien y se lo ingrato que resulta el no recibir la retribución correspondiente, la que es justa. Siempre he considerado que es fundamental que los escritores y los traductores formemos una suerte de frente común.

Tiene una relación de efectiva colaboración con sus traductores?

Yo tengo una relación de gran amistad y reciprocidad con muchos de mis traductores, e insisto siempre en querer participar, colaborando en todo lo que sea posible, en la traducción. Por ejemplo, ayudando a entender cosas que el traductor posiblemente no pueda comprender, sea porque se trate de giros muy herméticamente latinoamericanos, sea porque hay cosas de nuestra historia personal que no tiene porque conocer todo el mundo. En resumen, mi relación con los traductores es la de un trabajo compartido muy intenso.

Considera que la mayor dificultad que presenta la traducción de idiomas parecidos, haya sido el elemento que en el pasado obstaculizó la difusión y la afirmación de la literatura latinoamericana?

No lo sé, creo que hay dos grandes literaturas destinadas a ser ampliamente traducidas: por un lado, la literatura anglosajona y, por el otro, la literatura que proviene del mundo hispanoamericano, de España y de Latinoamérica. Sin embargo, el mundo de la traducción en Europa es mucho más amplio y rico que en los países anglosajones y los países de habla hispana. Es decir, que los autores italianos o franceses, por ejemplo, no encuentran con facilidad buenos traductores en España, donde el campo de la traducción no está muy desarrollado. Y en los países anglosajones es mucho.

(Luis Sepúlveda)

Pubblicato per la prima volta in: Nota Bene. I linguaggi della comunicazione/Communication languages, Anno 1 – N. 1, 1999, Fausto Lupetti Editore.

 

Foto di Nina Photolab/Unsplash